Dedicado a alguien que es como las amapolas: de campo, asilvestrada, fuerte, potrosa, ... y muy bonita.
Y por ser la única en conocer el motivo por el que hago fotos al cielo.

Translated Skies

No estar


"No estar ahí. 
No estar.
No estar en tus nocheviejas, susurrando deseos incumplidos, y bebiendo burbujas y felicidad pasajeras entre toda esa gente que no conozco. Y mirarte entre el ruido, el confeti y las botellas descorchadas con estampidos de petardos, que asustan.
No estar contigo en los días de viento y frío del otoño, cuando los gatos y los perros y los pájaros se esconden de vergüenza.
No estar en cada fin de semana de proyectos atrevidos.
No estar en tus días de verano y de playa, cuando la arena se vuelve amarilla y el cielo se vuelve amarillo, y el calor aprieta pero no ahoga, como dicen que hace Dios. Y mojar tu pelo entre risas y enfados.
No estar a tu derecha ni a tu izquierda, en un coche, en la mesa de un restaurante turco, en un cine de palomitas y oscuridad. 
No despertar por la mañana y ver cómo amaneces, enfurruñada y molesta. Y curarte el enfado con un desayuno de los que sé que te gustan.
No estar en tu cumpleaños, agarrando con mis manos nerviosas un pequeño paquete que las personas amables llaman "sorpresa". Y ver qué mirada pones al recibirlo, y tragar saliva de pura felicidad, y besarte luego.
No estar en los días largos y tediosos de compras, esperando fuera de los probadores: "¿Crees que me sienta bien? ¿Te gusta? ¿Éste o éste?".
No viajar contigo a países verdes,  y descubrirlos a pequeños pasos mientras quedamos admirados, con las bocas abiertas de par en par, y las miradas curiosas.
No estar lo suficientemente cerca para oler tu pelo, rozar tu espalda, y acariciar tus orejas, como les gusta a las gatas y los gatos.
No estar para escribirte pequeñas notas en papeles diminutos, y medio esconderlas, para que las encuentres, que ahí reside la gracia.
No estar cuando caes enferma. Ni cuando te pones buena, que tienes ganas de correr y saltar y gritar.
No ser solución a tus problemas, que son los míos. No saber qué libro lees, qué estarás haciendo ahora mismo, si tus sueños se han cumplido, si te imaginabas acaso todo esto.
No estar cerca de tus lágrimas, cuando sé que las has echado. Para abrazarte, para que olvides. Y morirme de rabia por no poder estar.
No estar cerca de tus silencios, en silencio. 
No ser motivo de tu risa, esa que tanto me gusta, porque no estoy.
No estar en tus fracasos, en tus enfados cuando no quieras verme, en tus costumbres, en tus momentos serenos, de vainilla. 
No estar para matar tus temores, para hacer que se cumplan tus deseos, para curar tus nervios, cuando se los curo a los demás.
No estar para preguntarte si hace años, antes de conocerme, me imaginabas, como yo te imaginaba a ti.
No estar.
No estar ahí, 
ni tampoco aquí, 
... porque no estás."

E.M.

Jirones I


“Un recuerdo: estoy en casa y decido en un momento hacerlo. Así que me cambio de ropa rápidamente y salgo a toda velocidad. Es casi verano y corro por las calles despavorido porque voy mal de tiempo y sé que no dispongo de mucho para llegar al lugar por dónde sé que ella va a pasar. Y lo hará en unos minutos concretos, eso es seguro. Así que corro sin parar por las calles, saltándome algún que otro semáforo y escuchando la pitada de algún que otro coche. La sudada que pillo es monumental, y noto que ya no estoy en la forma en la que estaba hace unos años.
Pero llego justo a tiempo, justo cuando ella está cruzando una calle por la que yo sabía que tenía que pasar.
Se muestra sorprendida pero contenta de que yo esté ahí, pero mis jadeos por la alocada carrera no me permiten en unos minutos darle la explicación. Cuando lo consigo, hasta a mí me parece la mayor ridiculez que he dicho en mi vida. 
- Quería verte antes de que acabara el día. Y no lo he pensado. Ha sido un impulso.
Disponemos de poco tiempo. La acompaño y luego nos despedimos con miradas azules y caricias rápidas, como siempre.
El camino de vuelta a casa es más sosegado, más tranquilo, pero no dejo de pensar que lo que acabo de hacer es más propio de un crío de quince años que de mí.
Y una tremenda tristeza se apodera de mi alma, esa misma sensación de vacío que hoy en día me sigue acompañando.”

E.M.

Estudio en blanco y negro

"En blanco y negro son los trajes de los arlequines, y los dos ejércitos del ajedrez sobre sus treinta y dos casillas blancas y sus treinta y dos casillas negras. 
En blanco y negro es el cine clásico de Casablanca, y el de aquel ciudadano llamado Kane.
También en blanco y negro son las teles antiguas, que si no te acuerdas de ellas es que eres joven, y tus recuerdos son todavía blancos y no negros, como los de los viejos.
Es de color negro y de color blanco el café con leche, el as de picas, los dados blancos con sus puntitos negros del parchís, el caballero de la mano en el pecho y las letras que lees en los libros que te gustan, sobre sus páginas blancas.
La sombra negra que proyectas sobre las arenas blancas de esa playa que visitas para olvidar. El traje simpático de las cebras, que aunque parezca mentira no hay dos iguales; y el buen jazz, que pueden tocar blancos y negros por igual, mirando las notas musicales negras sobre el pentagrama blanco.
Más: la luna blanca sobre la noche negra y transfigurada de Schönberg, y las golondrinas de Bécquer, esas que sabían nuestros nombres, pero que por la tristeza de vernos separados no quisieron volver jamás.
Y recuerdo el blanco de tus ojos negros, y tu corazón, que también era en blanco y negro: blanco, cuando me amaste; y negro cuando me abandonaste.
Y la luz blanca de los faros del coche sobre el negro asfalto cuando conduzco de noche y te recuerdo, tantas y tantas veces.
El ying y el yang de los orientales, midiendo el tiempo y el espacio en esa lucha eterna entre la ausencia de luz y la suma de todos los colores.
Piénsalo, que hay muchas cosas que combinan el blanco y el negro: la tinta negra de los calamares blancos, las firmas importantes sobre blancos documentos, la bandera a cuadros que se agita en el aire cuando llegan a la meta los Fórmula 1, creyendo que han hecho algo importante; Joe Cocker, que era un blanco con la voz de un negro; el teclado del piano de Chopin, con sus teclas blancas y sus teclas negras.
Y el cielo, que a veces también se pone antiguo, como el de la foto que hoy te regalo. Ojalá que esta noche negra, cuando vayas a dormir, tengas sueños blancos y suaves. Y que tu pelo negro vuelva a posarse sobre tu cuello blanco, tal y como lo recuerdo."

E.M.