Dedicado a alguien que es como las amapolas: de campo, asilvestrada, fuerte, potrosa, ... y muy bonita.
Y por ser la única en conocer el motivo por el que hago fotos al cielo.

Translated Skies

Añoranza


"La busco en los insomnios de la madrugada extendiendo el brazo en la cama, por si la toco. Noche tras noche, hora tras hora, llorando de rabia hasta ver salir el sol a través de la persiana medio bajada.
La busco en la última mirada del día, pero ya no se produce como antaño, cuando nos buscábamos ávidamente para aprovechar unos míseros segundos y establecer en esa mirada un diálogo sordo pero bonito: 
- Que acabes bien tu día.
- Tú también.
- Estás muy guapa hoy, no he podido dejar de mirarte.
- Estás tonto, calla (y un sonrojo evidente, de campo de amapolas).
En los tiempos que corren sólo miradas a su reloj, y las prisas por desaparecer de ese momento y ese lugar que la agobian y la arrugan. Y alejarse, siempre alejarse. Sin mirar atrás, ... sin mirarme.
Pero me empeño en mi estupidez (mira que soy tonto) y la sigo buscando bajo las palmeras cada día, mirando el reloj, por si un día vuelve a aparecer a lo lejos, hacia mi y sonriente y se echa a mi lado, recostada. Para olerme y sentirme, para susurrar "Hola" nariz con nariz. O como le escuché una vez:  "para empaparme de ti".
Y la busco en su risa, esa que ya solo escucho dedicada a los demás, escondiéndome en las sombras y sin hacer notar mi presencia, sin que se dé cuenta, para robársela y llevármela lejos. Para meterla en el frasco de cristal amarillo donde guardo las risas de la gente de mi vida y así poder sacarla en las noches de lluvia, soledad y música de jazz.
Lo peor es conducir al final del día, pues siempre se suben conmigo tres demonios pequeños y juguetones. Menos mal que hay mucho sitio en el coche. Uno te agarra el corazón sin soltarlo, pues tiene las uñas largas y afiladas y sabe que hace daño. El segundo te tapa la nariz y la boca, para no dejarte respirar. El tercero hace que se te cierren los ojos durante unos segundos, con la firme esperanza de que te salgas en la siguiente curva.
Mañana la volveré a buscar. En los susurros diminutos y las caricias dulces que ya no existen. En el recuerdo de sus dos dedos bajo la manga de mi camisa ("Es que quiero tocarte"). En las miradas cómplices que ya no miran y son ausencia. En los abrazos que me muero por volver a dar, en los besos que maldigo no poder ofrecer. En su imperfección, y en la mía.
Y de vez en cuando robando como ladrón en la noche, con premeditación, algún que otro objeto que lleva su nombre, escrito con rotulador indeleble, para llevármelo lejos y hacerlo parte de mí y de mi vida. Y tratarlo con cariño y delicadeza de pétalos de magnolia, pues es un trocito de ella.
No hay más barreras que cruzar. 
Se fue un día soleado y perfecto, girando la cabeza para mirarme por última vez, hace mil veranos. Pero la sigo buscando. Sé que es inútil, no me lo digáis más. Ya me he dado cuenta de que no va a volver, haciéndolo todo triste de esta manera. 
Pero es que hay gentes grises por todas partes que dicen que este mundo está sucio y que hay que buscar lo bonito. Y por si acaso llevan algo de razón, dejad que me equivoque y busque lo bonito aunque sea por última vez en mi vida. Prometo no volver a hacerlo en el futuro.
Y además, pienso sinceramente que si no lo hiciera ya no sería yo. 
Y eso, amables y desconocidos lectores, no es lo que queréis, ¿verdad?"

E.M.

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