Dedicado a alguien que es como las amapolas: de campo, asilvestrada, fuerte, potrosa, ... y muy bonita.
Y por ser la única en conocer el motivo por el que hago fotos al cielo.

Translated Skies

Juntos



"Eres todo.
Eres el aquí y el allí. El blanco y el negro, y todos los colores que hay en medio.
Eres el arriba y el abajo, el lejos y el cerca, el ahora y el siempre.
Eres lo que imaginé, y lo que nunca podría haber imaginado. Eres la sorpresa y la ilusión. Eres el verano amarillo y el invierno blanco, con sus fueguitos para compartir.
Eres mi última esperanza, y la más grande de ellas. Eres mi futuro y mi presente, mis sonrisas y mis risas, mis pensamientos de niño perdido.
Eres quién no me canso de mirar, y de remirar, de recordar y de imaginar.
Eres lo inesperado, que llega como las lluvias de verano, sin avisar.
Eres mi norte y mi sur, la protagonista de la película, antes de recoger el oscar por la alfombra roja.
Eres la incógnita que tanto me asusta, porque no quiero morir de nuevo de amor, y que encuentren mis despojos las que vengan después.
Eres dieciséis días uno detrás de otro en fila india, y mirándome con sus caritas alegres, diciéndome que ya no volverán a haber otros así.
Eres consciente y a veces inconsciente, alocada y soñadora, macarra y princesa, risueña y perfecta.
Eres bonita, correcta, sensible y vulnerable, como los pajarillos recién nacidos, que no los puedes apretar pues sus huesitos crujen y mueren.
Eres dulce, payasa, segura, romántica y serena.
Eres quizás la última oportunidad que me da el destino y el cielo, la última apuesta en la ruleta, el minuto de descuento en el partido. Eres el 'ahora o nunca' que tanto me agobia. Eres, definitivamente, el jugárselo todo a esta carta que está sobre la mesa boca abajo, y que no sé lo que contiene.
Y eres, finalmente, la que lees esto atentamente, como si te fuera la vida en ello, ... y en este mismo instante sí, ... sonríes."

E.M.

[Para la "princesa-macarra"]

Soñar en blanco y negro III


"Cuando no hay esperanza no puede haber miedo"

                                                                                Ambrose Bierce

Obelisco I


"Hay personas que sólo te pasan una vez en la vida."
                                                                                 E.M.

[Para ti, Amapola. Y recordando que tu breve paso por mi vida comenzó, y ha terminado también, a través de un teléfono.]

Las sombras


"Cuando las sombras lo cubren todo."
                                                             Isaac Asimov

Rascacielos


"Aunque los amantes se pierdan, el amor quedará.
Y la muerte no tendrá señorío"

                                                                           Dylan Thomas

Nubes de evolución VII


"Close your eyes, pretty baby.
Try and sleep a little while.
You know I'll be there in the morning.
I just wanna make you smile.

Everything is all right,
Everything is all right."

                                                                            Letra de "Blues Magic" de Santana

[La historia es simple: Carlos Santana reúne a su primera banda, aquella del disco "Santana III" de 1971. Y sacan otra maravilla de nuevo disco. Y como no, lo titulan "Santana IV", como si alguien hubiera apretado la tecla de 'pausa' y la hubiera soltado 45 años después. Que te cuesta creer que música así la estén haciendo tíos de casi 70 años; como si el tiempo no existiera y fuera de chocolate fundido, y sólo sirviera para endulzar nuestras vidas.
Esta canción me mueve, me remueve, me conmueve. Canción de ojos cerrados y respiración tranquila.
Y, sobre todo, me transporta a tiempos azules, de vainilla, menos arrugados.]

Estudio en gris V


[Dedico esta fotografía a mi padre, que hace unas horas ha sufrido un infarto.]

"Querido Destino:
Te escribo estas líneas para pedirte que me dejes en paz. Que ya está bien. Que ya empiezo a saber de qué va esto. No hace falta que me lo demuestres a cada paso enviándome más y más.
Como cantaba aquel grupo que me gusta tanto: he tratado de ser un hombre bueno.
Y, sinceramente, entre tú y yo, creo no merecer parte de lo que últimamente me mandas.
Quería pedirte que pares de una vez, que no me vengas con eso de que cada uno ha de apechugar con lo que le llegue, que la vida es esto. Porque la vida no es esto. Puedes engañar a los demás, pero no a mí. La vida es respirar los colores, gritar los sonidos, sacudirte el agua de lluvia del cabello. Es tocar la belleza, susurrar las palabras pequeñas, cantar, bailar hasta dolerte los huesos, saltar a ver si alcanzas las nubes.
Así que, humildemente, querido Destino, te pido que no me mandes más de lo de los últimos dos años. No más mujeres que se rían de mí y de mi sonrisa. No más sangre, protagonista indiscutible de mi vida última. No más dolor a gente de mi alrededor, ya sean un bebé de tres meses, un anciano de 77 años o una mujer de 34. 
Que ya está bien. Que pares. Que no me quedan más lágrimas que dedicarte ¿sabes?
Ya me conoces, no soy de los que te han estado pidiendo grandes imperios, o enormes bellezas. Que soy conformista por naturaleza. Poco trabajo te he dado en este sentido, no te quejarás.
Bueno, me despido ya de ti. No me apetece seguir escribiendo. Me faltan fuerzas en los dedos y en la mirada. Y los dientes duelen de tanto apretarlos.
Tan solo recordarte lo que quiero: algo de serenidad en el alma, y en mi corazón. Volver a sentir sobre mí las miradas de azúcar de alguien que sienta que está "ahí". Respirar en el mes de abril, y de mayo, y de junio el aire amarillo y suave del verano que ha de venir. 
Y caminar en la noche, sereno, sonriente, cubierto de luna."

E.M.

Atrapado en la vida


"Ojitos tiernos que lo han visto todo ...

Hambre, frío, sueño, miedo, ...

Hambre de ilusión,
frío en el corazón,
sueño recurrente,
miedo efervescente, ... 

Inocencia perdida en el sufrimiento ...

Vicio, ladrón, maldad, muerte, ...

Vicio obligado,
ladrón derrotado,
maldad creciente,
muerte inminente ...

Tristeza por estar atrapado en la vida ..."

                                                                                                                 C. Abreu

Oblivisci non potest


Fotografía nº 250 de este blog.
Salvo tres de ellas, todas para ti.
Todas por ti.
Todas ... ¿para qué?

Estamos aquí


“Nunca digas que vas hacia tu último viaje, aunque los nubarrones del cielo puedan oscurecer el azul del día.
Estamos aquí.”

De La Canción del Partisano, escrita por Hirsch Glik, y cantada por los partisanos judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

[Esta fotografía la tomé ayer noche, desde la ventana de casa. Me ha apetecido colgarla hoy, recién hecha, como el buen pan: crujiente y con sabor a horno.]

No te rindas


"No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
 Retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo.
Porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos.
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños

Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás sola, porque yo te quiero."

                                                                                  Mario Benedetti

Otoño


"Aprovechemos el otoño
antes de que el invierno nos escombre
entremos a codazos en la franja del sol
y admiremos a los pájaros que emigran. 

Ahora que calienta el corazón
aunque sea de a ratos y de a poco
pensemos y sintamos todavía
con el viejo cariño que nos queda. 

Aprovechemos el otoño 
antes de que el futuro se congele 
y no haya sitio para la belleza 
porque el futuro se nos vuelve escarcha"

                                                                                    Mario Benedetti

One step


"One step at a time
I'm trying to get to you, babe..."

Letra de "One step at a time", de Jeff Lynne

[Magnífica canción del increíble disco que acaba de sacar Jeff Lynne (aunque suene a topicazo, músicos así ya no hay). 
Una canción de energía pura, casi hipnótica, de ventanillas bajadas, brisa de verano y olor a mar; de cielos azules.
Para escuchar a todo volumen. Para apretar los dientes de pura rabia. Y los ojos. Para olvidar.]


Relato "Invitaciones superfluas", de Dino Buzzati.
 
"Quisiera que vinieras a mi casa una noche de invierno y que, abrazados tras los cristales, mirando la soledad de las calles oscuras y heladas, recordásemos los inviernos de los cuentos, donde vivimos juntos sin saberlo. Tú y yo recorrimos con pasos tímidos los mismos senderos encantados, juntos caminamos a través de los bosques llenos de lobos, y los mismos genios nos espiaban desde los matojos de musgo suspendidos en las torres, entre el revoloteo de los cuervos. Juntos, sin saberlo, desde allí miramos acaso hacia la vida misteriosa que nos esperaba. Allí palpitaron en nosotros por primera vez alocados y tiernos deseos. “¿Te acuerdas?”, nos diríamos el uno al otro, estrechándonos suavemente en la cálida estancia, y tú me sonreirías confiada mientras fuera sonarían tétricamente las chapas de metal sacudidas por el viento.
Pero tú -ahora me acuerdo- no conoces los cuentos antiguos de los reyes sin nombre, de los ogros y los jardines embrujados. Nunca pasaste, arrobada, bajo los árboles mágicos que hablan con voz humana, ni llamaste a la puerta del castillo desierto, ni caminaste de noche hacia la luz lejana, ni te quedaste dormida bajo las estrellas de Oriente, acunada por el balanceo de una barca sagrada. En esa noche de invierno, probablemente permaneceríamos mudos tras los cristales, yo perdiéndome en los cuentos de otras épocas, tú en otros cuidados para mí desconocidos. Yo te preguntaría “¿Te acuerdas?”, pero tú no te acordarías.
Quisiera pasear contigo un día de primavera, bajo un cielo de color gris, con algunas hojas muertas del año anterior arrastradas por el viento, por las calles de un barrio de las afueras; y que fuera domingo. En esos suburbios surgen a menudo pensamientos melancólicos y grandes, y a determinadas horas vaga la poesía, uniendo los corazones de los que se aman. Nacen además esperanzas imposibles de expresar, propiciadas por los ilimitados horizontes que hay más allá de las casas, por los trenes que huyen, por las nubes del septentrión. Nos cogeríamos simplemente de la mano y caminaríamos a paso ligero, hablando de cosas insensatas, estúpidas y tiernas. Hasta que se encendieran las farolas y de las miserables casas de la vecindad rezumaran las historias siniestras de las ciudades, las aventuras, los anhelados romances. Y entonces permaneceríamos en silencio, siempre cogidos de la mano, porque nuestras almas se comunicarían sin necesidad de palabras.
Pero tú -ahora me acuerdo- nunca me dijiste cosas insensatas, estúpidas y tiernas. Ni puedes por lo tanto amar esos domingos de los que hablo, ni tu alma sabría hablar a la mía en silencio, ni reconocerías en el momento exacto el encanto de las ciudades ni las esperanzas que descienden del septentrión. Tú prefieres las luces, la muchedumbre, los hombres que te miran, las calles donde dicen que se puede encontrar la fortuna. Tú eres diferente a mí, y si vinieras ese día a pasear, te quejarías de que estás cansada; sólo eso, nada más.
Querría también ir contigo en verano a un valle solitario, sin cesar de reír por las cosas más simples, a explorar los secretos de los bosques, de los caminos blancos, de algunas casas abandonadas. Pararnos en un puente de madera a mirar el agua que pasa, escuchar en los postes del telégrafo esa larga historia sin fin que viene de un extremo del mundo y nadie sabe hasta dónde llegará. Y coger las flores de los prados y, tumbados en la hierba, en el silencio soleado, contemplar los abismos del cielo, las blancas nubecillas que pasan y las cimas de las montañas. Tú dirías “¡Qué bonito!”. Y no añadirías nada más porque seríamos felices; nuestros cuerpos habrían perdido el peso de los años y nuestras almas habrían recuperado su frescor, como si acabaran de nacer en ese momento.
Pero tú -ahora que lo pienso- me temo que mirarías a tu alrededor sin entender, y te detendrías preocupada a examinar una de tus medias, me pedirías otro cigarrillo, impaciente por volver. Y no dirías “¡Qué bonito!”, sino otras nimiedades sin ningún interés para mí. Porque por desgracia eres así. Y no seremos felices ni siquiera un instante.
Querría también -déjame decírtelo- atravesar contigo del brazo las grandes avenidas de la ciudad un atardecer de noviembre, cuando el cielo es puro cristal. Cuando los fantasmas de la vida corren sobre las cúpulas y rozan a la gente oscura que bulle en el fondo de esos fosos que parecen las calles, ya rebosantes de inquietudes. Cuando recuerdos de épocas felices y nuevos presagios pasan sobre la tierra dejando tras de sí una especie de música. Con la cándida arrogancia de los niños miraremos las caras de los demás, miles y miles, que pasarán a nuestro lado como ríos. Despediremos sin saberlo un alegre resplandor y todos se verán obligados a mirarnos, no por envidia ni animadversión, sino esbozando una sonrisa, con un sentimiento de bondad, gracias a la noche, que cura las debilidades humanas.
Pero tú -lo sé muy bien- en lugar de mirar el cielo de cristal y las altas columnatas acariciadas por el último sol, querrás pararte a mirar los escaparates, los oros, las riquezas, las sedas, todas esas cosas mezquinas. Y no percibirás por tanto los fantasmas ni los presentimientos que pasan, ni te sentirás llamada como yo a un alto destino. Ni oirás esa especie de música, ni comprenderás por qué la gente nos mira con buenos ojos. Pensarás en tu pobre mañana y las estatuas doradas de las agujas alzarán en vano sobre ti sus espadas hacia los últimos rayos de sol. Y yo estaré solo.
Es inútil. Quizá todas estas cosas sean tonterías y tú seas mejor que yo, al no pretender tanto de la vida. Quizá tengas tú razón y sea una estupidez intentarlo. Pero eso sí, al menos querría volver a verte. Pase lo que pase, estaremos juntos y encontraremos la felicidad. No importa que sea de día o de noche, verano u otoño, en un país desconocido, en una casa desnuda o en un sórdido hostal. Me bastará con tenerte cerca. No me quedaré escuchando -te lo prometo- los crujidos misteriosos del techo ni miraré las nubes ni haré caso de las músicas ni del viento. Renunciaré a esas cosas inútiles que, sin embargo, amo. Tendré paciencia cuando no entiendas lo que digo, cuando hables de cosas ajenas a mí, cuando te quejes de los vestidos viejos y de la falta de dinero. Entre nosotros no habrá eso que llaman poesía, ni esperanzas compartidas, ni tampoco tristezas, esos grandes cómplices del amor. Pero te tendré cerca. Y conseguiremos, ya lo verás, ser bastante felices, con mucha sencillez, solos los dos, un hombre y una mujer, como sucede en todas las partes del mundo.
Pero tú -ahora lo pienso- estás demasiado lejos, a cientos y cientos de kilómetros difíciles de salvar. Tú estás dentro de una vida que desconozco, y a tu lado hay otros hombres, a los que probablemente sonríes, como a mí en otros tiempos. Has tardado muy poco en olvidarme. Es posible que no logres siquiera recordar mi nombre. Yo ya he salido de ti, confundido entre las innumerables sombras. Y, sin embargo, no hago más que pensar en ti, y me gusta decirte todas estas cosas."