"Contemplando el cielo negro estoy. Aunque he de
reconocer que esto no es nada original. La de cosas que son de este color,
madre mía.
Los puntos de las fichas de dominó, sin ir más
lejos. Que son negros, y te dan la partida. Y uno de los dos ejércitos en el
ajedrez, el que sale el último.
De color negro dicen que es todo lo malo: el alma
negra, la pena negra, y el futuro sin esperanza, que es negro. El bigote de
Hitler, la peste del siglo XI, el luto, la oscuridad y los cuervos.
Negros son los agujeros negros del espacio profundo,
ese en el que me quiero perder.
Negro es el olvido, ese que no quiero sufrir.
Son negras las notas musicales del Réquiem de
Mozart. Y la tinta de los calamares. Y una de las bolas de billar. La mitad de
los números de la ruleta, y el as de picas.
Y la magia negra, que fabrica tu
muñequito y le clava agujas hasta que ya no puedes más de dolor y desamor.
De ese color son los gatos de la mala suerte, que
menuda tontería, con lo monos que son, que parecen panteritas de ojos verdes y
uno está deseando que se crucen en el camino para admirarlos.
Son negros los coches de las gentes desamables, que
no quieren dar un toque de color a sus vidas. Y las listas de indeseables, y el
cine de gansters, y el traje del novio, que parece que vaya a su entierro.
Y hablando de trajes: el de Batman, para
confundirse con la eterna noche y así salvar al mundo de los villanos de negras
intenciones.
Y los muertos son negros, y algunas misas. Y los
ángeles de Machín. Y Machín.
Negro es el buen chocolate, y el Guernica, y los
zapatos de claqué de Fred Astaire, que volaban lustrosos e imparables con su
taconeo, como pájaros en los charcos.
Negras son las sombras y los paraguas antigüos, el
sombrero de Chaplin y aquel lunes de la bolsa de Nueva York.
Negro es el interior de las neveras cuando están
cerradas, aunque no estemos seguros de que no se encienda la luz, pues nadie ha
estado ahí.
La mina del lápiz, porque es del grafito que
extraen los mineros con sus caras negras. Y la capa de Drácula, y los sótanos
dónde se guarda el buen vino, y los días de trabajo en el calendario, que ya
podían ser todos rojitos para estar en unas eternas vacaciones y oler siempre a sal de mar.
El mejor cinturón de los karatecas, la sotana de
los curas, las moscas, uno de los aros olímpicos, y la mala suerte, cuando
dicen que llevas la negra. Y los finales de las películas, el famoso fundido en
negro. Y el dinero que no se declara y las letras en negrita, que quieren
destacarse porque son más vanidosas.
Negra es la cadena de tu bicicleta, la que te lleva
por la única vida que tienes.
De ese color es el fondo del mar mientras crees
morir con desesperación y angustia, mires dónde mires. Os lo aseguro, he estado
ahí.
Y negro es el asfalto en el que se dejó la vida un
amigo. Y otro amigo.
Y tus ojos son negros, menos cuando los besé, que
los cerraste y perdieron su color.
Y tu pelo, ese que huele a vainilla y verano, y que
echo tanto de menos que duele. Y es un dolor negro, claro está, como todos los
dolores.
Para terminar te propongo un juego simple pero de
lo más apropiado al tema que nos ocupa.
¿Te apetece?
Venga, a la de tres cerramos los ojos. Hazlo
conmigo, va. Verás que divertido. Pero hazlo de verdad, no vale con solo leerlo.
Allá vamos.
...
Una,
dos,
tres.
...
Negro."
E.M.
[Texto inspirado en el hecho de que este color es el único que puedes ver con los ojos cerrados]
[Texto inspirado en el hecho de que este color es el único que puedes ver con los ojos cerrados]
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