"Salgo de la compra en un hiper, meto las bolsas en el coche, y me apoyo en él mientras me como una empanadilla. Entonces miro el crepúsculo, la luna, la luz de las farolas, los árboles recortados en negro, y me parece ver casi un paisaje olvidado y desierto. No hay nadie cerca, si acaso el sonido del tráfico lejano y el de los pasos de la noche, que se acerca.
La brisa me acaricia suave, y respiro.
Respiro.
Me quedo incluso en ese lugar más de lo que tenía previsto, más de lo necesario, más de lo recomendable.
Y respiro de nuevo con los ojos cerrados, intento ser consciente de ello, respiro la noche entera y solemne. Justo la noche de ese día, no la de otro cualquiera.
Y miro los naranjas, los negros, los grises, ... y los blancos.
Al rato me entra el frío en el cuerpo y en el alma, y decido regresar.
Pero antes de meterme en mi coche, saco la cámara y robo un trocito de eternidad.
Espero no se lo digáis a nadie. Permitidme este pequeño hurto. Porque necesito poseer ese momentáneo lapso de luz, y porque a veces necesitamos un refugio de fueguitos y serenidad para sentirnos a salvo."
E.M.
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